Virginia Bouvier era Senior Advisor de la sección Colombia del Instituto de Paz de Estados Unidos.
Tenía a su cargo la difícil tarea de servir de vínculo entre las gestiones de paz adelantadas por Colombia y el gobierno de Estados Unidos. En este cargo, Ginny se destacó por trabajar con ahínco por las organizaciones de víctimas, especialmente las mujeres; por lograr alianzas entre la burocracia de EEUU y el gobierno de Colombia; por incidir en las mesas de negociación; por llamar la atención en temas tan arduos como la educación y la participación de los sectores marginados. Ginny conoció todos los rincones de Colombia, se metió en las zonas rojas y trabajó con desplazados, víctimas, actores armados, administradores, funcionarios y hasta con el Presidente. Su blog, Colombian Calls, informaba durante todo el proceso sobre los avances de en la mesa de negociación de Paz. Los informes de Ginny eran iluminadores sobre lo que estaba en juego en un tono neutral y admirablemente bien escritos.
Siento profundamente la pérdida de Ginny. La había conocido primero en la Universidad de Cornell cuando asistió a un Congreso sobre la Construcción de paz en Colombia. En esa ocasión estaba escribiendo su libro, Colombia: Building Peace in a Time of War (2009) el cual documenta en una serie de artículos de diferentes intelectuales las iniciativas de paz que se construían a principios del milenio. Luego, nos encontramos en varios congresos de LASA y de la Asociación de Colombianistas en diferentes lugares. Recuerdo especialmente un seminario sobre Narrativas de la violencia en Colombia organizado por Constanza López en CUNY Graduate Center de Nueva York. Ginny y yo compartimos habitación en el hotel. Esa noche encontramos identificaciones en muchos aspectos de la vida como la pasión por la literatura, la sensibilidad hacia las causas perdidas como la paz en Colombia; el trabajo por las mujeres, y en la vida personal, el de ser madres de hijas adolescentes en ese momento. En otros congresos volvimos a compartir habitaciones y espacios en paneles, foros, mesas redondas, siempre en la búsqueda por comprender las redes intrincadas del conflicto y el camino hacia la paz.
Ginny era una de esas personas apasionadas por Colombia. Amaba su cultura tanto como la naturaleza indómita, además de su locura. He conocido varios estadounidenses que aman a Colombia, pero ella no se limitaba a amarla, sino a trabajar por el país. El carisma de Ginny era incomparable así como su lucidez intelectual y su actividad incesante. Sus publicaciones así lo demuestran.
La última vez que la vi fue en octubre del 2016 en el Institute of Peace en Washington, DC. La noté decaída. Se limitó a decirme que tenía problemas de salud. En esa ocasión la invité a participar en un simposio sobre la Construcción de Paz en Colombia programado para abril de este año en MSU. Ella me prometió no solo su asistencia como conferencista, sino ayuda financiera. Lastimosamente, su presencia no fue posible en el congreso. Ella se disculpó simplemente, pero ahora comprendo los motivos.
La presencia de Ginny será muy extrañada. No solo su voz como gestora de paz en el USIP, sino como activista y como referente. Yo la consideraba un modelo de trabajo apasionado y dedicado a las causas que defendía. Siempre la vi trabajando celosamente en el detalle, extraordinaria en su expresión, con humildad, honestidad y firmeza. Yo por mi parte, ya echo de menos su presencia, su sabiduría y lo que representaba como persona y amiga.