martes, 11 de octubre de 2016

La voz de las víctimas


Mientras los del NO se regodean con su triunfo en sus trincheras de indolencia, la voz de las víctimas se expresa en movilizaciones, marchas y manifestaciones por la paz.
Ignacia Roca, una desplazada de Barbacoa, Nariño, me mandó un mensaje que decía, "Esos señores del No, no saben el mal que hicieron. Dios los perdone". Soraya Bayuelo, la líder de comunicaciones de las comunidades de Montes de María, escribió, "Seguimos resistiendo". También las víctimas de cuello blanco, como Ingrid Betancourt han proclamado su incredulidad hacia el triunfo de las maquinaciones del NO y han expresado su irrestricto respaldo a los Acuerdos.

¿Cómo se explica que los opositores a la paz sean los que no han sufrido la guerra, y los que claman por la paz sean los verdaderos afectados por el conflicto? Una muestra más de la indolencia de los que han vivido en la orilla de la historia. Los que se dejan convencer por las triquiñuelas baratas de la campaña del NO, que contenía tres premisas básicas: el miedo, la ignorancia y la maquinación. Así lo reveló el director de la campaña del Centro Democrático, Juan Carlos Vélez, quien además se ufanó de la facilidad con que los electores se dejaron manipular. Pero yo lo creo, porque la mayoría de los que votaron por el NO son parte de esa población maleable que desconoce la conciencia crítica y la capacidad de indagar más allá de los mensajes fatuos que llegan a sus redes sociales.

Entretanto vemos a las comunidades indígenas y campesinas con muestras de valor y resistencia dignas de respeto. Los indígenas guambianos realizaron una caminata de quince horas desde Silvia, Cauca, hasta la Plaza de Bolívar en Bogotá para declarar: 

A través de esta movilización pacífica queremos decir que todos tenemos derecho a la paz, y más cuando nosotros somos los territorios más afectados. Entre todos quisimos decir ‘Sí’ a la paz el pasado 2 de octubre, pero como no pasó, es ahí cuando nos tocó reaccionar y hacer la movilización.

Igualmente, en otra manifestación las víctimas de Bojayápidieron respetar el 96% de los votos por el SÍ que se registró en esa comunidad, que sí ha sido afectada por la guerra:

Urgimos a que se implemente el Acuerdo de Paz, tal como se negoció en La Habana... La sociedad que votó por el NO tiene una deuda con los derechos de las víctimas y con el costo en vidas humanas que tiene su votación sobre las poblaciones que sí padecemos la guerraNo es justo que ellos puedan votar e influir en nuestras vidas o nuestras muertes y que nosotros no influyamos en las políticas que a ellos y ellas los afectan.

Es que la sociedad que votó por el NO no solo tiene una deuda, sino una responsabilidad. No son ellos quienes van a ser los afectados por el desangre que se produzca cuando se recrudezca la guerra. No serán ellos quienes pongan los muertos ante las técnicas más sofisticadas de violencia que desarrollen los bandos enfrentados. Serán de nuevo los mismos de siempre, los indígenas, los afrodescendientes, los campesinos de los territorios apartados, las víctimas de este gran error histórico propiciado por la Colombia indolente.

Paradójicamente, hoy se anunció el inicio de negociaciones del ELN en la mesa de conversaciones. Otro gran reto de esperanza. ¿Será que los maquiavélicos opositores permitirán que haya acercamientos con este grupo o ya estarán preparando las armas de contienda ideológica para obstaculizar y sabotear esta gran oportunidad de lograr la paz y reconciliación en este país?


Citas
http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/reunion-de-indigenas-con-el-presidente-santos/16723685

http://www.elespectador.com/noticias/judicial/sociedad-voto-el-no-tiene-una-deuda-nuestros-derechos-v-articulo-658763

jueves, 6 de octubre de 2016

El triunfo de la irracionalidad

Michel de Foucault se pregunta, “¿cómo distinguir en una acción sabia que ha sido cometida por un loco, y en la más insensata de las locuras, que es obra de un hombre ordinariamente sabio y comedido?” (Historia de la locura). Eso mismo me pregunto yo, pero a título colectivo como explicación a lo que sucedió en Colombia el pasado 2 de octubre cuando el No al acuerdo de paz triunfó sobre el Sí. Estoy convencida de que el resultado del plebiscito no fue el triunfo de la democracia, como algunos aseguran, sino de la irracionalidad.

Consideren los siguientes puntos. 

 ¿Cómo es posible que una mayoría prefiera negarse a los acuerdos que garantizan un cese de hostilidades, de enfrentamientos y de amenazas que han durado por cincuenta años?

¿Cómo se explica que sean las víctimas de masacres, desplazamientos, violaciones y despojos, las que han perdido a seres queridos y sus tierras; las que han puesto la sangre y la piel en los combates, las que más apoyaban los acuerdos y las propuestas de paz?

En la misma línea, ¿quién puede comprender que sean los sectores urbanos privilegiados, los que nunca han puesto un píe en zona de guerra, los que viven en un mundo blindado, a quienes les ha pasado la guerra por el lado, los que cambian el canal cuando se presentan noticias sobre el conflicto, los más opuestos a la paz y los que votaron por el NO? 

¿Alguien me quiere decir por qué un líder tan desprestigiado como Uribe, con gran  responsabilidad en los horrores del conflicto, el que habla de impunidad y de justicia, el mismo que sigue encandilando con su discurso falaz y de engaños, sea el que convocó y decidió el resultado del referéndum? Peor aún son sus seguidores que como loros repiten y avalan sus dictados, sin pensar, sin evaluar, sin reflexionar sobre las hondas repercusiones que pesan sobre el país? 

El hecho de que ahora recaigan sobre la oposición las decisiones que se tomen y el rumbo de las negociaciones conlleva otra insensatez. ¿Son ellos los que van a definir la salida a este caos que ellos promovieron con sus sesgos ideológicos e intolerantes? Las consecuencias de esta determinación pueden ser no solo peligrosas e infructuosas, sino que atentan contra la legitimidad del gobierno y de las instituciones.

Curiosamente, uno de los puntos que exigen revisar es el de la distribución de la tierras y el que está en el centro del debate. Por supuesto, a los grandes terratenientes que componen un 2% de la población no les conviene una reforma territorial. Menos les interesa permitir que existan ideologías diferentes a los partidos tradicionales en los foros políticos. En últimas, los partidarios del NO, no sólo se oponen a los acuerdos de paz, sino a los cambios que representaban. Ellos dijeron No a la igualdad, a la justicia y a la  reparación. No a la participación política de todos los sectores. No a la posibilidad de reconciliación y de convivencia y por supuesto No al enfoque de género, al que tanto le temen.

En tanto se define el rumbo del caos en que ha caído el país y el shock del que todavía no nos reponemos, recuerdo un pasaje de la novela Delirio de Laura Restrepo, en que el narrador profetizaba el aniquilamiento de Colombia del mapa terrestre: 

Si no fuera por las bombas y las ráfagas de metralla que resuenan a distancia… juraría que este lugar llamado Colombia hace mucho dejó de existir. 

Estamos al borde de que esta predicción se convierta en realidad.  Es evidente que cada proceso de paz trunco desde los años ochenta ha traído mayor violencia y cada vez se incrementan los niveles de monstruosidad del conflicto. No quiero pensar en el desangre que se puede precipitar con el derrumbe de los acuerdos y la imposibilidad de lograr una renegociación. Sólo espero que me equivoque y que la racionalidad encuentre su cauce nuevamente, porque como precisa Foucault, cuando la locura se convierte en una forma de razón y de alguna manera adquiere un sentido dentro del campo de la razón, no se reconoce, y nos envuelve, nos distorsiona la realidad y nos conduce en masa hacia un proceso alarmante de deshumanización (Historia de la locura).

Citas 

Foucault, Michel. (1967). Historia de la locura en la época clásica.
  México. Fondo de Cultura Económica.
Restrepo, Laura.  Delirio. Bogotá: Alfaguara, 2004.