Por Elvira Sánchez-Blake
What is to be woke
To be aware and abreast…
(of information, issues and challenges before us)
Robert W. Blake
Este fin de semana me encontré con un venezolano arrepentido de votar por Trump. Cuando le pregunté cuál había sido la razón de su voto, afirmó: “era la única opción”.
-¿Y por qué?
-Cónchale, es que yo no voté por Trump, yo voté contra Kamala.
-¿Y por qué?
-Por su discurso Woke -Fue su respuesta contundente.
Entonces comprendí que el mundo actual se divide entre el Woke y Antiwoke.
El razonamiento del venezolano conductor de Uber era que Kamala abogada por los homosexuales y promovía el aborto; que los demócratas imponían en las escuelas los cambios de sexo y obligaban a las mujeres a abortar. Cuando le argumenté que eso no era cierto, se puso energúmeno y trató de convencerme de que en varias escuelas de Florida había gente que promovía el homosexualismo.
-Es que están convirtiendo a los niños en homosexuales -aseguró con enojo-. Es el movimiento WOKE, ¡la bandera de la campaña de Kamala!
Al ver su irritación, temí que perdiera la compostura y nos estrellara, entonces traté de suavizar los ánimos. Le pregunté si hubiera votado por otro candidato demócrata que no hubiera sido Kamala. Dudó un poco, y respondió que quizá los hubiera hecho. Dijo que hubiera votado por un hombre, alguno entre los gobernadores que estuvieron en la lista de nominados; alguien de la tendencia de Bill Clinton, a quien dijo admirar, sí lo hubiera hecho.
Comprendí también que la molestia era que Kamala fuera mujer y de color, y que además abogara por los derechos de las minorías en lo que él considera parte del discurso WOKE.
Desde que surgió una marca para nombrar las tendencias que defienden los derechos de las mujeres, la población LGBTQIA+, el derecho a decidir sobre su cuerpo, y demás propuestas progresistas, el Woke, también se ha despertado una contra reacción violenta que se define “AntiWoke”. Y esa división ha creado una barrera infranqueable entre los pro y anti Woke.
Woke es el pasado simple del verbo “Awake” (despertar). Desde que se comenzó a usar como el emblema del progresismo, se convirtió en el sello de un movimiento político que defiende los derechos de los desposeídos: las minorías: negros, mujeres, personas de color; la población LGBTQIA+ y los que defienden los derechos sobre el cuerpo de la mujer.
Pareciera que no hay términos medios. Mientras los Woke establecen normas como el uso de pronombres y un discurso inclusivo que aspira a eliminar las diferencias genéricas, los Antiwoke censuran libros y la historia que en alguna forma se refiera a los derechos de los gays, de los afros o de las mujeres. Así se han censurado libros en las escuelas de algunos estados, suprimido la enseñanza de la historia de la esclavitud, así como las formas alternativas genéricas y se han suprimido políticas tan importantes como el Affirmative Action y los programas de Diversidad, Igualdad e Inclusión (DEI) inscrito en las normas educativas y laborales.
La discusión con el venezolano arrepentido me generó muchas preguntas respecto a la forma como el discurso Woke pudo haber radicalizado a muchos, que a último momento decidieron por el Antiwoke, por encima de sus convicciones. El que votó por Trump, ahora se ve afectado por la cancelación del TPS (Estatus de Protección Temporal) y el derecho de la ciudadanía por nacimiento. Sin embargo, su sentimiento Antiwoke primó sobre el riesgo personal que encarnaba su decisión.
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