Elvira Sánchez-Blake
No sorprenden los resultados de las elecciones legislativas de Colombia el pasado 13 de marzo. La ventaja comparativa del Pacto Histórico en las curules del congreso, y de Petro en la consulta de los candidatos presidenciales, son la respuesta lógica frente a un gobierno incompetente que cumplió exactamente lo que se había propuesto: hacer trizas los acuerdos de paz y lanzar al país de nuevo a la ola de violencia que los acuerdos trataron de frenar.
Y la gente se pregunta, ¿por qué Petro logró tantos adeptos y tomó tanta ventaja con los resultados electorales? No es por ser un gran líder, ni por haber ejecutado una campaña de largos alcances. El mismo presidente Duque se encargó de abrirle el camino indirectamente con un desgobierno que solo benefició a la clase dirigente, que ignoró los pedidos de la gente y que recrudeció la violencia a pasos gigantescos en las regiones donde campean de nuevo bandas criminales, disidencias y mafias del narcotráfico.
Uno de los aspectos más dolorosos de los últimos cuatro años ha sido el incremento de los asesinatos a líderes sociales y ambientales. Pese al continuo escrutinio de organizaciones internacionales y al constante clamor de todas los estamentos para frenar esta persecución atroz, la respuesta del Estado ha sido improcedente y de total negligencia para atender este flagelo.
Desde 2016 han sido asesinados más de 700 líderes sociales y del medio ambiente (Indepaz).
2020 fue el año que registró mayor número de asesinatos: 293 líderes sociales, 65 líderes ambientales, 83 masacres. Los grupos indígenas y afros son los más afectados (Indepaz)
Colombia es el número uno en el mundo en asesinatos de ambientalistas.
A marzo de 2022 los asesinatos de líderes suman 36, además de 20 masacres con 61 víctimas. (Global Witnesses)
En octubre pasado conocí a defensores del Páramo de Santurbán en Santander, el cual se encuentra amenazado por compañías que quieren extraer oro y minerales con un costo ambiental devastador para la región. Los Cerros del Oriente de Bucaramanga están en peligro por la misma razón. Igual ocurre con las selvas del Amazonas, arrasadas por los desarrolladores que solo ven beneficio económico en los inmensos recursos de hidrocarburos.
Las persecuciones continuarán mientras el Estado siga apoyando las acciones de las corporaciones que están detrás del extractivismo de las zonas protegidas. Son muchos los ecosistemas que están en peligro en Colombia y numerosos los grupos de defensores amenazados por oponerse a los proyectos que solo generan riquezas para unos pocos y destrucción del ambiente y de los ecosistemas para una gran mayoría. Ese es uno de los grandes retos de la próxima administración.
¿Cómo se explica de otro lado, la impotencia del gobierno para frenar las bandas poderosas del narcotráfico? Quizás, la respuesta se encuentra en la connivencia del Estado y la fuerza pública con los jefes de las bandas criminales y del narcotráfico. La captura del jefe del Clan del Golfo, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, lo ha demostrado. Pese a que los comandantes militaron se ufanaron de haber dado el mayor golpe al narcotráfico, los hechos demuestran otra cosa. Los impedimentos para que el máximo jefe rindiera declaraciones, el robo de documentos y grabaciones a un delegado de la Comisión de la Verdad, y los tropiezos que han obstaculizado el proceso, solo se explican por el contubernio de la fuerza pública con las bandas criminales.
Una de las grandes paradojas de las elecciones fue el triunfo de herederos del paramilitarismo en las Curules de Paz, creadas para las víctimas del conflicto armado. ¡Suprema ironía! Parece un chiste creer que Jorge Rodrigo Tovar salió electo representante a la Cámara por las víctimas del Cesar, Magdalena y La Guajira. La misma región donde su padre, el temido paramilitar Jorge 40, sembró el terror.
El gran jefe del Bloque Norte fue el autor de más de 600 crímenes, entre ellos 333 masacres, homicidios selectivos o desplazamientos forzados a finales de los noventa y principios del dos mil.
Tovar se aprovechó de uno de los puntos del Acuerdo de Paz dirigido a reparar a las víctimas de los horrores del conflicto armado. No sólo llevó a cabo una campaña fastuosa, sino que contó con el apoyo de la Unidad de Víctimas del Cesar y recibió el aval de los grupos paramilitares que hacen presencia en los territorios del norte del país. En pocas palabras, como afirma Alfredo Molano Jimeno, “A nombre de la paz y la defensa de las víctimas, y con el apoyo del gobierno Duque, se allanó el regreso al Capitolio del hijo de uno de los jefes paramilitares más temidos de Colombia” (Revista Cambio).
No ayuda para nada que ahora salga el cacique mayor a decir que los resultados de las elecciones “son inaceptables.” ¿Está promoviendo un golpe similar al que llevó a cabo Trump en Estados Unidos? No aceptar los resultados electorales y generar dudas sobre los votos es generar ilegitimidad en las instituciones y en la propia democracia. Una vez más, queda demostrado que el Pacto Histórico se ha fortalecido gracias a la incompetencia del actual gobierno y del partido que lo apoya.
No sabemos si el Pacto Histórico en cabeza de Petro, y ojalá de Francia Márquez, sea la respuesta a los retos gigantescos que enfrenta Colombia. Lo cierto es que pese a todos los miedos e incertidumbre que genera, es la opción que parece llevar mayor acogida frente a la decadencia de 20 años del régimen uribista y la muestra contundente de que los colombianos no aguantan más.
Fuentes:
Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz- INDEPAZ. https://indepaz.org.co/lideres-ambientales-asesinados/.
[1] Molano Jimeno, Alfredo. https://cambiocolombia.com/articulo/poder/jorgito-41-un-representante-de-victimas-con-sangre-de-victimario. Revista Cambio Colombia. Marzo, 20, 2022.
1 comentario:
Exclente relexión que ayuda a comprender la verdad sobre la situación política actual de Colombia.
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